Amanece en los cielos, amanece en las costas,
amanece y unas
playas me muestran la pureza.
Hay un barco varado
en la ensenada,
unos hombres que
cruzaron el mangle hacia la guerra.
Hay un ángel de
exquisita palidez,
una fruta en el aire
pidiendo deslumbrada que la toque.
Siento en mis manos
el mar, la cadena oscilante,
la hora del misterio
semejando un cuerpo.
Pasa rodando la
felicidad.
Es sólo un ángel, un
barco,
un pequeño pueblo en
la costa.
Yo estoy aquí, pasa
en mi tacto el toque de Dios.
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