El universo expande la finitud de sus
cuerdas.
No hay bordes. Es de noche alrededor.
Y de estos versos —escritos para
precisar un instante—
nada quedará, finalmente.
Lo sé, intentan una imagen imposible del
suceso.
Perdura en ellos la magia antigua del
cazador,
su fiebre por encontrar la huella en la
espesura,
su destino entre el bien y el mal.
Los acontecimientos se revelan demasiado
visibles,
demasiado vergonzantes para una
escritura
sumergida en el smog y en la frialdad de
la época contemporánea.
Lo sé, conozco las escuelas y sus
dogmas.
Nada quedará de su impulso cegador. Nada
de la intensidad y la fiebre de esa
singularidad desnuda.
Es de noche. El universo se expande. No
hay bordes.
Pero sí finitud en las cuerdas
y en la antigua magia del cazador para
cumplir un sueño.
En esa fría indeterminación hago
lecturas.
En ese caos preciso un instante —La
Habana, año noventa
y sucesivos— y traduzco para un amigo
estos versos:
hechos con una rara claridad que los
condena
y los aleja de cualquier estética al
uso.
Serán barridos hacia otro horizonte,
lejos de la corriente.
Lo sé. Como sé que ninguna sustancia
escapa a la intensa gravedad de los
agujeros negros.
Ni siquiera la luz.
#Literatura #LeerEsCrecer #CubaEsCultura
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