(Que te vuelva a encontrar. Primera temporada)
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so tecleó en la ventana abierta del ordenador.
Estaba finalmente satisfecho de las primeras páginas del relato que iba a dedicar
a Ka, el
alma,
sicodélica,
sicalíptica, siempreviva,
este relato,
que tanto y
tan profundamente
ella quería
leer
...para escribirlo, el Autor se ha involucrado en
un suceso real que muestra las mismas coordenadas que ha imaginado para su
relato: Es difícil escribir una novela de amor intensa,
limpia, creíble, y es difícil simular el amor eterno, nos dice en esa suerte de diálogos crí(p)ticos, reflexivos, que
estamos obligados a leer como meditación interna, como vasos comunicantes
entre personajes que no se nos anuncian, y como respuestas del Autor, de Ka,
del Lector, del Cuarto personaje, de la poderosa Productora… ante preguntas
formuladas por la realidad, pues...
...estamos en
el deber de imaginar, si queremos hacer una lectura de apropiación, pero
también de fermento o inseminación, que desate el propio pensamiento y
sentimiento en rumbos desconocidos, tal
como nos piden los teóricos, los críticos, los historiadores, los profesores
de literatura, y se nos exige aquí...[1]
...su imaginación como escritor, sus escenarios,
tienen siempre una copia deformada de origen, desdibujada por la fuerza de los
contextos pero actuante en el mundo de la realidad: Ese basurero fláccido, que cada año se oscurece y terminará por estallar, escribe el Autor, oculto también en la
eficiente pantalla de su ordenador, como
estallan los límites prefijados de
los relatos...
Era una
posible misión de la escritura: hacer estallar los límites, imaginar otros
escenarios a los cuales el mundo de la realidad esté alguna vez obligado a
incorporarse: Pensar contra la realidad, al margen de ella, obligarla a
cambiar. Eso quiere el Autor, eso sueña cuando ordena a la máquina imprimir
las primeras páginas del relato, y se sumerge en una duermevela tecnológica,
posescritural.
Vivir al fin
en un mismo sueño los dos: Eso quería,
vivir, simplemente soñar, escribir, editar, imprimir, vender
una historia de amor
y leer, poder leer, al fin leer
...una verdadera historia del amor contemporáneo,
un relato sobre la necesidad persistente del amor, una escritura de las historias
de amor vividas...
... sin dogmas sociológicos ni acomodos
esteticistas, la escritura se nos presenta aquí como la esencia destilada de lo
real, su naturaleza permanente, irreductible, en un contexto global, adocenado,
frívolo, donde los hechos no mediatizados no existen: Esas cumbres, aquellas borrascas que soñábamos ayer, estas muertes anunciadas,
ya no existen, si ignoramos las múltiples imágenes que de ellas hemos construido...
afirma uno de los comentarios anónimos en
el blog donde el Autor sueña y escribe cada día la realidad que cada día necesita: Para
seducir al Personaje y seducirnos…, leemos
también allí. [2]
Tenía
hambre, necesidad de algo distinto, sencillo, que lo estremeciera por su valor
puramente humano.
Caminó
descalzo hasta la cocina, soñando ser feliz. Merecía un emparedado de jamón y
queso, una hamburguesa con papas fritas, un sandwich
cubano: Un pan con cosas, según el sabio decir de su amigo el Lector.
Mordió, masticó,
tragó. Una vez, dos veces, tres; ya, terminó la cerveza: Ah, qué bien, indio
embotellado que ardía, solo, el último, antes de entrar con su imagen
mitológica al infierno insospechado de la historia.
Regresó
despacio a su butacón en la biblioteca, disfrutando la penumbra del amanecer,
la frialdad de los mosaicos, el sabor del pan.
Permaneció
sentado frente al ordenador mientras la máquina imprimía las primeras páginas
del relato: Novela, que le mostraría a Ka, entre un café y otro, en algún
momento del día que comenzaba.
Imaginó la
locación posible en el suceso real: La Habana de entresiglos, el tráfico
creciente de peatones, coches, titiriteros, bailarines y patinadores en la
Avenida del Puerto. Un patio colonial, unos músicos populares, las banquetas
alrededor de la barra:
—Dos cafés, por favor.
Y el rostro
de Ka, voluble, mudado, insinuante, mientras leía, entre irónica y enamorada,
las palabras impresas sobre el papel:
Mujer gozando su desnudez
Ha dejado su temor junto al último café,
ahora goza mi presencia:
las piernas recogidas, el pelo cansado, distinta.
Los discos moviéndose en la madrugada
y la penumbra de estas costas vacías
permiten un espacio para el deslumbramiento.
Está sentada sobre el piso y mira sin palabras
la esperma que deja en los mosaicos la vela de la fortuna.
Escucha una canción de ángeles.
Goza en su cuerpo mi presencia.
La limpieza de su cutis y la lentitud del mar
me ofrecen en el espejo manchado
la otra cara de la luna.
La luna,
Sancho amigo, se hundía en el horizonte, más allá de los edificios bajos de la
costa. La observó un instante a través de la ventana abierta.
El rostro de
Ka, impredecible siempre, estaba allí y sonreía sereno al otro lado del mar; su
cutis limpio y de repente perturbado por la tensión de la lectura: Otro café,
por favor, y bésame en este instante, que es eterno; bésame ahora, mientras leo
el poema; bésame suave, muy suave, en los labios, y mímame; quiero que me
acaricies el cuello no que lo muerdas; hazme sentir la vida otra vez, igual que
el sábado.
En una
esquina del ordenador el reloj marcaba las 5: 55 y el cursor le recordó que
era viernes 5 de diciembre. Estaba extenuado.
Se permitió
hacer clic en Inicio, subir a Programas, buscar Accesorios, marcar Juegos,
entrar a Corazones. Instante lúdico, regreso programado de la adolescencia.
Necesitaba unos minutos de relajamiento para olvidar que llega el día y debe volver
a la Oficina, después de esta otra jornada de duro trabajo nocturno: Bienvenido
a la Red de Corazones de Microsoft, ¿cómo se llama?
Iba a
Aceptar, pero recordó los comentarios sobre la estructura del relato: El conflicto se diluye demasiado, se
intelectualiza, pierde interés, que hizo la exótica invitada especial —joven editora de méritos diversos—, mientras completaba el análisis de
los proyectos de novela presentados a concurso en la Convención Nacional de
Narradores: Necesita un cuarto personaje.
[3]
Dudó un
momento más, luego tecleó sin prisa: Cuarto personaje.
Y aceptó.
[1] Cuando el
crítico declara: “esta es una obra valiosa”, ¿qué quiere decir? ¿Que la obra es
veraz en el modo de copiar o simbolizar una realidad cualquiera?, ¿Qué halaga
al lector con emociones agradables o le sirve para vivir mejor? ¿Qué la obra
tiene la suficiente fuerza expresiva para evocar en el ánimo de quien la lee
la experiencia que antes ocurrió en el ánimo de quien la escribió? ¿Qué la obra
configura todos sus elementos en una compacta unidad artística de manera que en
la forma reside su excelencia? ¿Somos libres para reconocer los valores?
¿Podemos, libremente, transmutarlos? E. Anderson Imbert, Métodos de crítica literaria.
[2] Para ser interactivos en esta historia de búsquedas, pérdidas
y reencuentros conviene conectarte a Internet, y buscar en el blog las
entradas del relato original. Puedes leer otras versiones de esta novela,
comparar documentos y dejar tu opinión, pero también disfrutar canciones, videos
y fotos con distintos perfiles de Ka, tal como se veía en el suceso real, antes
de que el Autor imaginara esa “alteración
necesaria” que ahora excita sus sentidos hasta el estremecimiento y lo obliga a
entrar cada noche (a través de la pantalla de un ordenador) a ese mundo de
ilusiones que abren los ojos grises de Ka.
[3] Tal
vez ya es hora de cambiar las reglas del juego y trastocar de lleno la engañosa
linealidad y el ilusorio rigor histórico de estas ficciones. Dejémonos de
recuperar archivos viejos y examinar tantas memorias dañadas por el paso inexorable
del tiempo y comencemos a husmear en los papeles intactos del Cuarto personaje que, desde hace meses, se acumulan en la gaveta del escritorio.
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