XXVI
(Demolemos
lo que amamos)
1
Demolemos
lo que amamos. A esa indagación feroz de un estilo que la voz
emplea en sus reclamos profundos, incorporamos verbosidades salobres
en esencia y gesto. Pobres variaciones, ajedrez chanflón donde la
embriaguez y el ritmo hacen que zozobres.
2
Sumidos
en el estrés, investigamos, urdimos fórmulas como racimos, para
llegar a un después que vive desde antes, y
es.
Apresados en las redes, perdemos luz. La puedes llamar
dios-musa-inconsciente: el misterio fehaciente de todo cuanto
precedes.
3
Lo
que está en ti, importa. Tus días fueron situados en un tiempo
agrio, dados al vaivén de la más corta luna. Un dolor que aporta
certidumbre y dudas. Como ocurre siempre al homo
sapiens,
hace diez mil años, vives grandeza y engaños dignamente, con
aplomo.
4
Apartados
del bullicio y la fama, otros querrán conocerte. Y volverán a un
verso que a su juicio bordea el precipicio entre intelecto y emoción.
Desde el íntimo rincón de su lectura imaginan el instante, se
encaminan a
lo eterno con fruición.
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