XVIII
(Punto
de partida)
1
Nadie
volverá por ti, ningún testigo. Tu vida traes al punto de partida
para ver lo que antes vi, pues siempre en tu arte viví substancias
de lo vivido. Un sueño en dos repartido, entre calles y sabana.
Igual fulguran La Habana y un gran mango florecido.
2
Igual
azota este viento edificios o mangales. Igual viven sus finales las
flores del pavimento y esas antenas que siento caer a tierra,
vencidas. Igual se pierden que vidas al terminar las cosechas si sus
esencias, deshechas, fueron por otro vividas.
3
Sientes
quemar los maderos en la tierra empobrecida. Sientes quemarse tu vida
en viajes y apeaderos. Son entonces los postreros días sin ningún
testigo que vuelva junto contigo a escribir lo que sentí, lo que he
vivido y fingí para encantar al amigo.
4
Ves
tus sueños agotados y la noche
ennegrecida.
Ves
tu palabra perdida en espacios enquistados. ¿Serán los tiempos
marcados por vacuidad y silencio? ¿Acaso el miedo que agencio por
tantos cortes vacíos? ¿O los crecientes estíos que a mí alrededor
presencio?
5
Cuando
el límite llega y teje su red en tu hombro, inútil es el asombro de
ver que nadie se apega. Comienza entonces la mega-tragedia de lo
ignorado, lo que dejaste olvidado bajo este cielo sin manchas cuando
partiste a las anchas ciudades que has cultivado.
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