Contaba una vez un rey
que ganó su trono en la sangre.
A. F.
Yo, y el que ustedes imaginan fiero,
nos hemos visto antes.
Alguna
luz murió sin ser por el cansancio.
Algún
ciruelo perdió raíces desde entonces.
Pero no
hay día más terco que los años
de la
adolescencia firme.
Yo, y
el que ustedes imaginan,
preguntamos
juntos.
Era el
año de la noria con barcos en la costa.
Todos
gritando abajo.Todos gritando arriba.
Todos listos a caer y hacernos piedra,
mientras eso fuese una manera de elevar la confianza.
¡Qué
terrible el tiempo para trastocarnos tanto!
¡Qué
fulgor de espejos para confundirse uno!
Porque
ocurre como en las viejas historias.
Yo, y
el que ustedes imaginan,
estamos
mirando hacia un cielo distinto.
Y así
jamás la estrella brillará para los dos.
Así
jamás el grito será igual en los parques públicos.
Somos
únicamente peces regados por la crecida.
El
otro, y este que ustedes imaginan fiero,
al
acecho del momento de saltar.
¡Oh,
voz, no calles,
antes
de cruzar los miedos!En "La libertad infinita", #Editorial #Letras #Cubanas, 2016.
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