¿Quién?,
cuando
mi hermano termina el lazo en su segunda bota
y Addis
Abeba se mece como una flor.
Otro
mes los camiones bajaban la cordillera en niebla
y mamá
preguntaba por las manos de Miguel.
Cubavisión,
Correos Air, toda la noche un sólo sueño
y
titila azul el satélite a lo lejos.
¿Quién
ordena en este mundo el lamento de mi madre?
¿Quién,
desde una casa ingrávida y ajena,
dicta
así mi insomnio,
ordena
en este mundo el lamento de mi madre?
Viene
con dos lágrimas en cada mano plural
y yo Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que
mamá
nos acariciaba: “Pero, hijos...”
En
el jardín y en cada laja del patio pasan cosas:
pasan,
vigilantes, los gatos, los grillos,
las lechuzas,
la
única luciérnaga con luz, con luz, con luz;
y pasa el tiempo, todo el tiempo, irredimible, fugaz.
no tardarás, Miguel, susurro, no tardarás.
Pero el
mundo es un nicho cerrado, las horas
un
juego cruel, el tiempo un lamento humano
—redondo y olvidado y cruel y otra vez
redondo
y olvidado y cruel y muchas veces más.
un simple nicho olvidado después
de la explosión.
En "La
libertad infinita", #Editorial #Letras #Cubanas, 2016.
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