viernes, 8 de enero de 2021

SISTEMAS -


 

Hay una cierta cantidad de variables que no puedes controlar, en ellas se corrompe el sistema. Lo has visto: a veces una acción (que se supone meditada) encadena (otras) reacciones imprevistas y lo desestabiliza todo, lo socava y quiebra en lo más hondo. 

La flotación de una aguja de acero sobre la superficie líquida o la danza de esa flor arrullada por tus ojos con la intensidad y ternura de un deseo profundo, obedecen también a una ecuación de fuerzas.

Es rigurosamente así: composición, estructura y entorno tienen todos los sistemas, pero mecanismo (solo) poseen los sistemas materiales y (entre ellos) apenas algunos alcanzan a gozar de figura o forma. Sin duda, es complejo este asunto de pensar (los) sistemas, comprender su funcionamiento, intervenir en ellos sin (provocar) reacciones imprevistas.

Hace ya tiempo conoces que el sistema (ideal) es un constructo y que las propiedades en los sistemas (materiales) se conservan o cambian según el conjunto de procesos internos que conforman su mecanismo. Pero no nunca olvidas que (en algunos sistemas) la indagación y claridad en lo oscuro exigen sentir (desde dentro) las pulsaciones extendidas hacia el borde de la forma.

Por eso cotejas los datos con desvelo y, de cuando en cuando, vuelves a discurrir en los entresijos de las noches extensas hasta encontrar tu sitio a la orilla del mar. Sabes que hay una cierta cantidad de variables que no puedes controlar y que cualquier alteración (azarosa) induciría reacciones imprevistas: que la aguja se quiebre, que se desintegre la flor, que se corrompa y desestabilice (todo) el sistema.

 

 


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