XXXIII
(Con
tus ojos míos)
Homenaje a Jesús Orta Ruiz, el
Indio Naborí.
Para
Waldo Leiva y Ada Elba Pérez,
con
música al fondo de Liuba Maria Hevia.
1
Su
impulso de ave viajera,
el
mapa estelar y un ethos
distinto para los
nietos
desde
otro sitio en la esfera.
Agua,
tabaco y palmera
larga
al sol en la isla buena,
que
inspira al indio. La vena
jocosa,
mordaz, memoria
de
un juego intenso en la historia
transcrita sobre la
arena.
2
Arca
de los desposeídos.
Voz
de un ciclo ya maduro,
fraguado en la luz y el
duro
empeño de esos
curtidos
hombres
del campo, barridos
por la tempestad y el
frío
contrato
social, que el río
mueve,
agita, desborda,
congrega,
en una sorda
necesidad de albedrío.
3
Si el muro golpea,
escarpa
el
tiempo. La luz reclama
sustancia,
voz, se derrama
honda
en la memoria. Zarpa,
desde sí misma, el
arpa
fiel,
vuela la flecha. Rota
la
cuerda, aun no se agota
el impulso, pues señala
un destino, de canto y
ala,
hacia otra región
ignota.
4
Soy
consciente del crepúsculo.
La
rojiza terquedad
del
día. La sombra. Su edad
contenida en el
minúsculo
paisaje
gris donde un músculo
se
quiebra. La tarde mira
a la
tarde breve. Lira
sosegada,
que reparte
su
iris en otros. Ya es parte
de
ese tiempo en que respira.
5
Algo
queda por decir.
Las
voces de un tiempo in/justo,
humano,
que el rostro adusto
contempla en su devenir
de
siglos. Puede fingir
la verdad que lo
acompaña,
siempre
puede, y con maña
intenta ver en lo
oscuro
el reino propio, el
puro
goce estético, vital,
de
los sentidos. Sitial
del mundo, allá en su
entraña.
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