lunes, 6 de julio de 2015

El pensador silvestre / Edel Morales

XXIX

(El pensador silvestre)

Homenaje a Samuel Feijóo.
Para Virgilio López Lemus.


1

Remotamente,
las tardes mugen:

es la infancia, voz fresca
para el viento atroz
de la dura edad en que ardes.

No hay sentencias
ni alardes en ese infante
que sueña: busca un canto
de cigüeña con su inocencia de nido.

Rezuman,
desde el Olvido, los sueños
en que se empeña.


2

Impone,
sin arrogancia,
ese silencio que piensa:

la imagen
es más intensa si está llena
de sustancia y desnuda

la ignorancia de quien lleva,
como traje, unos sustratos
de encaje que nada
dicen al mundo.

Pues solo es grande
y profundo quien nunca comete ultraje.


3

Devociones de un dibujo que intenta ser
esta luz: liba, entre piedra y cruz,
las esencias de su embrujo.

Así construyes,
con lujo impensado,
los albores de un tiempo
donde cantores y lienzos serán del pobre.

Igual a ese mar salobre, sin verjas ni alrededores.


4

Es la belleza de un lirio amarillo
como el mango: la faz fulgura
entre el fango los signos
de su delirio.

No habrá juego
ni martirio que aleje
una mariposa de la flor,
pues abundosa se le ofrece allí la miel.

La cáscara es esa piel que desnudas, fabulosa.


5

Para el tigre que reposa su ojo
de tersa belleza en la flor,
con la certeza del peligro que lo acosa,
es letal la mariposa con sus alas extendidas.

Aunque alivie las heridas de tanta batalla
antigua, la solución es ambigua:

dar su esencia al dar sus vidas.

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